04-11-05


Serie: Beuys in the mediagüas era.
(serigrafía sobre madera, 244 x 122 Cms. Edición1/10). 2004.

Michelle ma`belle o el disparo esta por venir
(Texto preparatorio para una performance en un sitio eriazo).
Ella está por venir. En un sitio eriazo forrado de cemento se disponen a tiro de cámara un grupo de mujeres con una fotografía en el pecho, la fotografía es el blanco de la cámara, su blanco es el rostro de un familiar desaparecido. En el centro del sitio una torta de novios coronada por un novio de cera. La novia ausente, sólo visible por una imagen borrosa en el muro. En el frente, estacionado un automóvil negro con cintas blancas. La imagen congelada se retrata en el tiempo. Sólo se ve alterada por el inquietante deambular del novio, su elegante traje no logra disimular su angustia. En esa perplejidad, después de inquirirse paranoicamente, toma la única decisión que le permite conservar su continuidad lógica: reparte la torta a los invitados. Sin embargo, en ese cruce de platos, el trozo de torta adquiere la connotación de hostia y su traspaso, el de comunión, como el cuerpo del cuerpo en ruinas, a su vez, las miradas se vuelven sombríos testimonios de un inevitable pensamiento desenlace: la entrega del pésame. Entonces los ojos disparan a los invitados como palitroques, como buscando entre ellos el velo del ser amado, algunos tendrán que caer con la mirada, alguien tendrá que rodar para alimentar la historia, para dejar crecer el fruto de los cimientos eriazos, la repetición del hábito inmemorial, ese hacerse de conchal en conchal, como forma de registro para las nuevas generaciones, la inevitable peregrinación hacia la fotografía, el síntoma de la enfermedad, para escenificar finalmente la causa de la tragedia, el carácter ontológico de los restos : “Todo tiempo pasado fue mejor”.

Bachellet, como su metáfora. El rostro en una ventana deja ver a una mujer que fue joven, y que hoy conserva en el “desgaste” un halo de ese pasado. De igual forma, la necesidad de reconstitución psicológica del alma de Chile se ve reflejada por su rostro que representa esa reconstitución de escena, de ficciones frente al espejo, como quién ensaya un parlamento teatral antes de enfrentar el pelotón. Ensayo de una pose tipo pintura del acta de independencia, pero la validación del acto requiere del reflejo sobre el espectador, la consolidación de la voracidad electoral come de la confirmación de esa vanidad, después, los próceres son devorados por el flash del fusilamiento farandulero. Ni patria, ni muerte, ni perdón, ni olvido, sólo una “cortina de humo”, para decretar una continuidad histórica, que permita repartirse la torta, a partir de un (paréntesis). El paradigma de una generación que no desapareció, sino se hizo humo en la tediosa transición nacional.

Siempre me pregunté, mientras caminaba por los barrios viejos, por los persas, por la feria, en las fuentes de soda, ¿por qué?, se presentaban esas presencias fantasmales de una bucolisidad matérica, los lugares, los objetos se me aparecían como reminiscencias (deja vú). Pensé que tenía que ver con la acción de los elementos de la naturaleza sobre los cuerpos que se cargaban de ese desgaste, así como el cruce de una mirada, un roce al azar o aquello que nunca ocurre, puede determinar huellas al momento de peregrinar o no, y como la confluencia de muchas imágenes y sentimientos que constituyen una organicidad inconsciente, que da sentido a la vida, puede alterarse si el momento en que éstas se producen es interrumpido por una situación, una persona, o un DRAMA. En este caso, no se puede dar vuelta la página, porque el único hecho concreto que puede hacerlo es la justicia, y mientras no se cumpla no habrá fin de capítulo. Por tanto, todo aquello que es presentado desde el inconsciente profundo del pueblo como una necesidad constitutiva es susceptible de ser manipulado para crear la falsa expectativa de que “algo vendrá” ese algo, viene del pasado a reconstituir la continuidad histórica, desde el ( ), y no es otra cosa que el manejo estratégico de un aparato propagandístico y panegírico que ya no convence. La institucionalización de los signos es sólo el antecedente sin validez desde el arcoíris y tiene por objeto mantener a la población expectante en un dilema shakespeareiano: “To be or not to be, o Estar y no Ser” que traducido de esta forma deja de manifiesto la levedad de los ciudadanos frente al estado. La maquinaria abrumadora de la publicidad sostiene la ilusión de que somos parte de la gran mesa del Té NN, pero cada vez más desconfiamos de la liebre que maúlla y pide y pide leche. La adicción a la teta no es sólo patrimonio de la derecha, por algo hay de todos tipos, tetonas, tetas, tetitas y hasta tetones, de cada uno se puede extraer lo que sea, independiente del nivel social nunca es suficiente, y el consumo excesivo produce reflujo y daño a la salud mental. Por eso es evidente, que lo que se vende, a través de Michelle, es ella envuelta para regalo en una nebulosa cargada de todos aquellos síntomas que nos hacen volver la vista hacia nuestra infancia, o peor aún al pasado, con un dejo de boato nostálgico y rancio tipo “belle epoque up”. Sin embargo, no intento poner en duda las capacidades, la simpatía, ni a la mujer, por serlo, más que por la simpatía es que el electorado la tiene como candidata, pero vuelta a lo mismo, se rodea de mala compañía, los mismos que no han sabido defender los intereses de los trabajadores frente al empresariado, los mismos que le entregaron las llaves del reino a las transnacionales, los mismos que les dieron el agua y el oro a los conquistadores, hoy lideran su campaña, y más que nadie saben de las desigualdades, por eso se debaten en el dilema de mantener a los niños en la sede providencia o dehesa del Colegio.

Pero después de todo, tal vez valga la pena admitir otra posibilidad, la de lo fantasmal como presencia psicológica, como las pertenencias de alguien querido que no está en cuerpo, pero sí en alma, esas almas encarnan en forma de capas de elementalización y dejan una huella de persistencia, que refleja la superposición de esas capas a modo de un corte geológico, que recoge los estratos de conciencia impregnados en cualquier cosa. Estas percepciones dan cuenta de que son fantasmas, son los muertos que nos hablan al oído para decirnos:”Michelleee ma`belleeee”, como acto fenomenológico que retrata los síntomas de la enfermedad: avidez fotográfica, como metáfora de una tragedia legitimizada, la memorización de la institucionalidad de un modelo, cuyos dividendos validan el simulacro como arma de legítima defensa.
De alguna forma, los síntomas ya se evidenciaban en el arte de fines de los 70`s, pero con la carga del drama encarnado, la paramilitarización de las obras centraba el concepto en un blindaje lingüístico que pasaba piola, donde el sometimiento a la indignidad, la agresión, de quién entiende que la operación sobre los cuerpos, corresponde metafóricamente a la anulación que ejerce el poderoso sobre el débil, como narración de la épica propia en la de todos. Pero, no era la de todos, por lo menos a nivel conciente. Hoy después del sueño de la democracia y la pesadilla de la transición la enfermedad es una pandemia que recorre las venas de la larga y angosta faja de tierra. Se manifiesta en esas presencias que deambulan a nivel del rabo del ojo, que buscan el reconocimiento de sus pares hablándoles susurrantemente desde las piedras, en los objetos, desde frases como “bien muertos están”, o “por algo habrá sido”, buscan verse reflejados en quienes sobrevivieron, a ellos también les reclaman el levantamiento de un sueño, que no supieron defender. Más aún, los obligan a delatarse poniendo frases en sus bocas, como ésta: “Súmate al chile de la alegría” (me dijo una vez, el hijo de la tirana), porque el síntoma para los portadores de la enfermedad es ponerse para la foto, ya que el disparo está por venir, el ¡Clic! que mata e inmortaliza. La posteridad cadavérica de Lonquén y Pisagua, los tonos sepia, los colores gastados de la película vencida, la tontera siútica del coleccionismo vacío, el oportunismo imitativo, que testimonia sólo la desesperada necesidad de una “historia oficial” de chile.

De ahí que, el estatuto funcionario, ávido de usura, haya transado semánticamente el significado de los SUEÑOS, trocándolos en pequeños sueños, hurtando lo único valioso que le quedaba al difunto PUEBLO, la libertad de elegir entre opciones, un proyecto de vida acorde a sus necesidades, distinto del actual derecho a elegir entre dos males, el menor.
El surgimiento de Michelle Bachelet, desde la necesidad subyacente de llevar al poder a un igual, es el intento subversivo del electorado por alzar la figura de todo aquello que, aún, está pendiente. Sin embargo, el manejo estratégico a hecho evidente una distancia protocolar concertacionista (asesores, saltimbanquis, zancos, globos, etc.) que amenaza con comerse la naturalidad doméstica que cocinó el pan y el vino de acceso de la doctora a la última cena.
Finalmente, las operaciones distractorias, las fiestas de la cultura para legitimar los caza bobos deben ser el gancho para que una población desinformada e insensible se sume, como inocentes camino al matadero, a la reposición del gran mito de la izquierda chilena:
“El pueblo unido jamás será vencido”.